
Reposará mi cuerpo para siempre
entre el barro y la piedra de esta tumba,
como un recuerdo efímero de aquellos
placeres que embriagaron cada día
de mi estancia en el reino de los vivos.
Todo está ya enterrado. Es imposible
volver a la palabra pronunciada;
besar de nuevo el rostro más querido;
rendirse a la emoción inexplicable
de la luz, el color y la distancia.
Francisco José Martínez Morán (Tras la puerta tapiada, Hiperión 2009)
Imagen: Partenón nocturno (10 de abril de 2009)