lunes, marzo 31, 2008

París II


Llovía como reteniendo la memoria en las ventanas. Cada gota contemplaba los tejados de una ciudad a punto de ser palabra, frágil, y a la vez nombre exacto de la espera y el regreso. En cada tejado habría una historia, en cada gota una explicación del presente. Bajo el cielo de París, al otro lado de la ventana, se aprende que la ciudad nos acoge como por primera vez.

Si hubiera podido, habría dejado para siempre esas gotas ahí, mirándome.

París sabía que no se movería, que estaría esperándome de nuevo, como si cada uno de mis regresos fuera diferente...

Regresé y encontré la lluvia en las ventanas, hermosa lluvia gris por la que mirar una ciudad delicada, a punto de desvanecerse como un sueño feliz, pero que no se marcharía,porque París no es la ciudad de las cosas perdidas.

Se viaja a París como quien llega en tren a una estación después de mucho tiempo, con el aire de cuerpo desorientado, cansado,triste y, de repente, en el suelo encuentra algo que fue suyo (una hoja, un papel, una flor, los restos de un cigarro, un tícket de metro de un domingo...) y permanecía allí tras años y años, fiel e intacto. La alegría y la nostalgia de nosotros mismos,se llama.

Se viaja a París para saber que esa ventana es esa hoja, ese papel, esa flor,los resto de un cigarro, ese tícket de metro de un domingo...


María Nefeli



Suena su mejor canción, mi favorita de ella:



Imagen: Tejados de París tras la lluvia. 21-3-2008

jueves, marzo 27, 2008

París I


¿Qué venía yo a hacer al Pont des Arts? Me parece que ese jueves de diciembre tenía pensado cruzar a la orilla derecha y beber vino en el cafecito de la rue des Lombards donde madame Léonie me mira la palma de la mano y me anuncia viajes y sorpresas. Nunca te llevé a que madame Léonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pien delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.


Julio Cortázar Rayuela


Y llovía en el Pont des Arts mientras se empapaba mi libro Novelas II de Cortázar. La lluvia dejó su memoria en la página 52, sobre esas palabras, para siempre...


Imagen: "Solitude dans le Pont des Arts". París, hace unos días (20-3-2008).

Suena, para mí, la canción más hermosa que escuché en lengua francesa. Su letra aún me hace temblar:




domingo, marzo 16, 2008

Días


Suena desde hace días esta canción hermosa y exacta que tanto me emociona:



HERRUMBRE

Simple luz
que invade la tarde gris
y algunas hojas caen
sobre la vía.
El frío es el abrigo
que calienta.
El corazón helado
cuando ventea
moviendo el agua
abandonada.
Restos de sueños
sobre un nuevo día,
amores en los vagones,
vagones en los raíles.
Parece que quien parte
es la vía,
quien no viéndote te vigila
hecho madre,
hecho madre
que duerme mirando a los hijos
con los ojos en las vías.
Y en el misterio
solitario de las plumas
se ve la vida corriendo parada
como si no existiera llegada
en la tarde distante.
Herrumbre
o nada.



FERRUGEM


Mera luz que invade a tarde cinzenta
e algumas folhas deitam
sobre a estrada
O frio é o agasalho que esquenta
O coração gelado quando venta
movendo a água abandonada
Restos de sonhos
sobre um novo dia
amores nos vagões
vagões nos trilhos
Parece que quem parte
é a ferrovia
Que mesmo não te vendo te vigia
Feito mãe
Feito mãe
que dorme olhando os filhos
com os olhos na estrada
E no mistério solitário da penugem
vê-se a vida correndo parada
como se não existisse chegada
Na tarde
distante
Ferrugem
ou nada.



Imagen: Estación de Lavapiés (Madrid), esperando el regreso a casa. Hace poco.