domingo, octubre 26, 2008

Homero


La luz recortaba uno por uno todos los agujeros de la arena. El olor desnudo de la maresia, perfume limpio del mar sin putrefacción y sin cadáveres, penetraba entero.

Y a lo largo de la playa, de norte a sur, perdiéndose la vista, la marea vacía mostraba sus rocas oscuras cubiertas de caracolas y algas verdes que recortaban las aguas. Y tras ellas se rompían incesantemente, blancas y enrolladas y desenrolladas, tres hileras de olas que, constantemente deshechas, siempre se realzaban.

En lo alto de la duna el Buzio estaba con la tarde. El sol se posaba en sus manos, el sol se posaba en su cara y en sus hombros. Se quedó un tiempo callado, después, lentamente, empezó a hablar. Entendí que él hablaba con el mar, pues lo miraba de frente y extendía hacía él sus manos abiertas, con las palmas vueltas hacia arriba, Era un largo discurso claro, irracional y nebuloso que parecía, con la luz, recortar todas las cosas.

No puedo repetir sus palabras: no las memoricé y esto ocurrió hace muchos años. Y tampoco entendí por completo lo que decía. No oí algunas palabras, porque el viento rápido las arrancaba de la boca.

Pero recuerdo que eran palabras moduladas como un canto, palabras casi visibles que ocupaban los espacios del aire con su forma, su densidad y su peso.

Palabras que llamaban por las cosas, que eran el nombre de las cosas. Palabras brillantes como las escamas de un pez, palabras grandes y desiertas como playas. Y sus palabras reunían los restos dispersos de la alegría de la tierra. Él los invocaba, los mostraba, los nombraba: viento, frescura de las aguas, oro del sol y brillo de las estrellas.



Sophia de Mello Breyner Andresen (Contos exemplares).

Trad. Marta López Vilar


Imagem: Litoral da Ericeira (3-5-2008)

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Há nestas rochas viveiros de marisco soterrados pelo tempo. Cada restaurante tinha o seu, os refugiados da II Grande Guerra encheram de esperança, decotes ousados e cigarrilhas impossíveis as esplanadas da Pensão Morais e das outras pensões da Ericeira. Hoje este lugar onde se sonharam bilhetes nos navios para a América serve de memória justificativa para um belo texto de Sophia. E uma bela tradução de Marta. Tal como mas cidades soterradas há por aqui sonhos agarrados à pedra das rochas, de gente que fugiu da morte e parou na Ericiera à espera dum lugar no navio americano. JCF

dijo...

precioso relato, con palabras brillantes
besos

Graça Pires dijo...

Palavras que chamavam pelas coisas. que eram o nome das coisas. Assim as palavras de Sophia. Gostei de a encontrar aqui.Um beijo.

José Ángel García Caballero dijo...

las palabras son invocaciones...
ya sabes que yo hice un dictado con ese cuento, aunque me acuerdo ahora de "el agua busca orillas donde apoyar la frente" de luis...
besos

samsa777 dijo...

Emocionante.

FEDERICO OCAÑA dijo...

Gracias por el comentario en "Versos imprescindibles"

La verdad es que no es coincidencia lo de los clásicos griegos, los he empezado a tantear tras leer tu poemario "La palabra esperada".

Por lo que leo en "Laberinto de papel" voy a tener que leer también poesía portuguesa... Está muy bien -me considero más en la línea de Campos-Pessoa, pero "al césar lo que es del césar".
Un saludo

Easy Cool dijo...

las palabras son invocaciones...
ya sabes que yo hice un dictado con ese cuento, aunque me acuerdo ahora de "el agua busca orillas donde apoyar la frente" de luis...Palavras que chamavam pelas coisas. que eram o nome das coisas. Assim as palavras de Sophia. Gostei de a encontrar aqui.Um beijo...............