viernes, septiembre 25, 2009

Meditaciones


33. Las palabras, antaño familiares, son ahora locuciones caducas. Lo mismo ocurre con los nombres de personas, que muy celebrados en otros tiempos, son ahora, en cierto modo, locuciones caducas: Camilo, Cesón, Voleso, Leonato; y, poco después, también Escipión y Catón; luego, también Augusto; después, Adriano y Antonino. Todo se extingue y poco después se convierte en legendario. Y bien pronto ha caído en un olvido total. Y me refiero a los que, en cierto modo, alcanzaron sorprendente relieve; porque los demás, desde que expiraron, son desconocidos, no mentados. Pero, ¿qué es, en suma, el recuerdo sempiterno? Vaciedad total. ¿Qué es, entonces, lo que debe impulsar nuestro afán? Tan sólo eso: un pensamiento justo, unas actividades consagradas al bien común, un lenguaje incapaz de engañar, una disposición para abrazar todo lo que acontece, como necesario, como familiar, como fluyente del mismo principio y de la misma fuente.


Marco Aurelio (Meditaciones)


Imagen: Busto de Tiberio, British Museum, Londres. 1 de agosto de 2009.

3 comentarios:

albardán dijo...

real, actual y el enlace muy interesante.

Graça Pires dijo...

Tudo se extinge e converte em lenda. Somos tão breves ...Um grande beijo, Marta.

koratai dijo...

Ya no puedo retrasar más esa lectura. Gracias por "alimentar" mis conocimientos en literatura. Un beso